JUEVES 30 (caminata/sustos)

Despertamos y aun llovía; volvimos a dormir. A media mañana el clima mejoró y estábamos con ganas de hacer algo. El día que llegamos a Samaipata encontramos una pared pintada donde ponía datos sobre un zoológico/refugio de animales a algunos kilómetros del pueblo; decidimos ir allí.


Fuimos recibidos por el típico letrero que anuncia el coste de la entrada, también esta una pequeña explicación del porque los animales están en jaulas; dentro hay una gran variedad. No estoy de acuerdo con el simple hecho de la privación de la libertad. Se entiende que algunos animales jamás podrán retornar a lo salvaje porque fueron viciados por el hombre. Me molestó el lugar y sus condiciones, quise marcharme pero no podía dejar atrás a mi compañero de viaje. Cuando la llovizna volvió a caer un par de monos araña vinieron a jugar con nosotros. Recordé que un gran amigo hubiera disfrutado más este momento que yo.


Después del zoológico volvimos al pueblo; almorzamos y fuimos a beber soditas misteriosas. Nuevamente no sabíamos que hacer. Don Soda sugirió una interesante idea, ver el pueblo desde los cerros ─partimos inmediatamente─. Mientras caminábamos hacia la cima nos distrajimos con un letrero, “Chorrillo”, y cambiamos el rumbo para ver que podíamos descubrir y comenzamos un smooth path. 


Nuevamente caminamos para llegar a la cima desde la cual podríamos apreciar la extensión del pueblo de Samaipata. Ya atardecía cuando llegamos, lamentablemente la punta del cerro también tiene dueño, pero, no perderíamos nuestro primer atardecer samaipateño ─estando tan alto sería un cara a cara─.  Elegimos una propiedad que parecía tener buen acceso hacia el horizonte, pasamos el alambrado y nos adentramos. Todo iba bien; se pintaba la imagen romántica del atardecer reflexivo lleno de recuerdos y memorias, de repente se comienzan a oír voces, al principio no importó pero cada vez se escuchaban mas cerca, me escabullí un poco y les vi, eran los dueños que buscaban su ganado que estaba a metros de nosotros. Con la amenaza del día anterior y  la referencia de que los dueños eran militares, temimos que nos confundieran con cuatreros y dispararan, salimos huyendo. Escondimos en un bosquecillo esperamos la noche para abandonar ilesos la propiedad. Varios sustos después logramos salir.


Retornando caímos en cuenta de que esta no era la primera vez que pasábamos por una situación así, fueron tantas las veces que nos llevamos sustos. La vez que ascendimos la cordillera del Tunari, en una noche sin luna y con lluvia, o también aquella ocasión en que Elio nos guió por un atajo para llegar al chorro de San Luis y nos metió en zona de tiró militar, y mi favorita, cuando evadimos a los guardaparques para pasear por un río y escalar una muy peligrosa pared hacia pinturas rupestres. Quedan un montón de situaciones en la lista. El camino hacia el pueblo estaba oscuro.


2 comentarios:

Tania dijo...

Wonderful pictures and landscape! And what a little cute there:-)

Camélida del Viento dijo...

lo que uno encuentra en Blogger!! :D

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