Pienso que no es absolutamente necesario visitar lugares turísticos que son anunciados en aparatosos mostradores y vitrinas; en cambio hacer ruta con los pies hace juego con las posibilidades. Días atrás tratamos de llegar a “El Fuerte” pero la lluvia impidió completar la cuestión. En el ultimo día del año nuestra tozudez no permitiría que fuéramos vencidos por agua y niebla.
En la cima las malas condiciones climatológicas imposibilitaron apreciar los muchos detalles de “El Fuerte”, pero habíamos llegado, e intentamos conocer lo más posible. Pocas fotografías fueron tomadas.
En el pueblo descansamos e hicimos los preparativos para despedir la noche vieja.
Don Vargas, dueño del alojamiento donde nos hospedamos, es un samaipateño que tiene buenas historias sobre el pueblo y la vida de antaño. También compartimos con Don Fernández ─yerno de Don Vargas─ y Don Rubén. Los días que estuvimos alojados conversábamos hasta el cansancio.
Caminos buscando una buena opción para festejar en la ultima noche ─después de unas chuletas de cerdo a la parrilla─. No hallamos nada que valiera la pena. Al final despedimos el año viejo y recibimos el año nuevo de la manera mas radical: dormidos.
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