Lawallunka nace como nace todo, o sea, y aunque a ratos se nos olvide, con fecha de caducidad. Porque una vida breve muchas veces es más fructífera que una larga lista de aniversarios, cada uno más lastimero que el otro.
Si hiciéramos el ejercicio de mirar nuestros relojes como si estuvieran marcando una cuenta regresiva, entenderíamos la naturaleza de esta revista: sencilla, secretamente pretenciosa y juguetona, como quien consciente de la brevedad de las cosas, no se ata a ellas, sino que las experimenta desde el permanente balanceo que es la realidad.
Nuestra revista, en el fondo y como su nombre lo indica, es eso: una celebración frente al movimiento, un festejo en el que no caben más intenciones que las de aproximarnos a nuestro paisaje, completamente alejado de antropologismos y simples postales.
Pretendemos, a lo largo de los seis números que darán forma a la totalidad de nuestra propuesta, abordar elementos que a diario forman parte de esta mixtura en la que habitamos, a través de las visiones de quienes se vayan sumando en cada publicación.
Porque Lawallunka, en su corta vida, buscará hacer participes a todos los que deseen ir bamboleándose con ella, en un mismo vaivén que oscilará entre lo rural y lo urbano, entre lo andino y lo occidental, entre el ojo micro y el panorámico.
Los invitamos, entonces, como quién levanta una tutuma desde el centro mismo de la ciudad, a celebrar con nosotros el nacimiento de esta revista que a contar de ahora, comienza a caminar hacia atrás.
Lawallunka ha sido creada desde el Área de Letras del proyecto mARTadero y está compuesta por Pablo César Espinoza, Juan Pablo Salinas, Andrés Rioja Ferrufino, José Laura, Massimiliano Casu y Juan Malebrán.
