MARTES 28 (charque, cumbia y sodas raras)

En el camino hacia Samaipata fuimos estafados ─exagerando un poco por parte nuestra─, compramos Charque de Alasitas a un alto precio. Es muy cómodo cuando la comida viene hacia ti gritando, oyes el nombre de algún plato y no lo piensas mucho, te lo compras. En algunas ocasiones no te enseñan las porciones, aun así lo quieres.

Luego de nuestro fugaz encuentro con los alimentos Luis y yo intercambiamos algunas palabras acerca de lo que había pasado. Nada trascendental. El chofer venia oyendo cumbia todo el trayecto; en algún momento escuchamos un tema que recordó nuestra infancia ─siete u ocho años─ de la época que, según Luis, la cumbia eras mas elegante. Por aquel tiempo acontecía el mundial del ‘94, salia el Circo Beat, y Tarantino estrenaba película.


En el camino las casas disminuyen, el verde va ganando color y aroma. Recuerdo que nos invadió la alegría, después de tanto tiempo en la ciudad esperamos mucho el momento de llegar al campo.

Pisamos Samaipata como a las 14 horas o algo así. No teníamos idea de hacia dónde ir. Buscamos un poco de información de que hacer; finalmente decidimos visitar “El Fuerte”, el lugar por el cual es famoso el pueblo. Emprendimos la caminata unos nueve kilómetros aproximadamente. En el camino hallamos una pequeña tiendita y nos re-encontramos con las populares sodas de pueblo ─misteriosas, cuestan poco y tiene sabores interesantes─. Ahí conocimos a “Don Soda”, un lugareño que simpatizo con nosotros y la situación en que estábamos; nos dio tips sobre el pueblo y las posibles actividades.


Después de caminar una cuarta parte de la ruta logramos ver la inmensa montaña donde se encuentra "El Fuerte"; simultáneamente escuchamos el sonido de un río, este sería el lugar adecuado para descansar  y cocinar algo. Al llegar nos sorprendió un letrero que ponía "entrada 2 bs."; aparentemente todo el río pertenece a una persona ─propiedad privada─. Nuevamente no la pensamos demasiado y accedimos a pagar la entrada al río/balneario natural llamado "Mamá Pascuala". Cada vez es más difícil caminar por ahí, todo tiene dueño.

Continuamos el ascenso luego de relajarnos y nadar; llegamos a la puerta de ingreso que estaba cerrada ─ horario de atención de 9:00 a 17:00─. Oscureció y pasamos la noche en un bosquecillo de eucaliptos.

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