JUEVES 18 (oops)

"(...) yo vine más por Liniers que por Johansen"


Despues de varios meses inactivos en el blog, lo ponemos a funcionar con unas fotos del recital de "Kevin Johansen + Liniers" :

liniers + kevin johansen

liniers + kevin johansen

kevin johansenliniers





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DOMINGO 3 (caminata)

Vista de Cochabamba desde de la cima de uno de los cerros más alto de los barrios del sur.

JUEVES 20 (aves en metal)

Deambular los techos cual firme suelo, como pájaros que saltotean entre palomas por el concreto de una plaza.

SÁBADO 1 (regreso)

El primer día del año volvimos a Cochabamba.

VIERNES 31 (fuerte/alojamiento vargas)

Pienso que no es absolutamente necesario visitar lugares turísticos que son anunciados en aparatosos mostradores y vitrinas; en cambio hacer ruta con los pies hace juego con las posibilidades. Días atrás tratamos de llegar a “El Fuerte” pero la lluvia impidió completar la cuestión. En el ultimo día del año nuestra tozudez no permitiría que fuéramos vencidos por agua y niebla.

En la cima las malas condiciones climatológicas imposibilitaron apreciar los muchos detalles de “El Fuerte”, pero habíamos llegado, e intentamos conocer lo más posible. Pocas fotografías fueron tomadas.

En el pueblo descansamos e hicimos los preparativos para despedir la noche vieja.

Don Vargas, dueño del alojamiento donde nos hospedamos, es un samaipateño que tiene buenas historias sobre el pueblo y la vida de antaño. También compartimos con Don Fernández ─yerno de Don Vargas─ y Don Rubén. Los días que estuvimos alojados conversábamos hasta el cansancio. 

Caminos buscando una buena opción para festejar en la ultima noche ─después de unas chuletas de cerdo a la parrilla─. No hallamos nada que valiera la pena. Al final despedimos el año viejo y recibimos el año nuevo de la manera mas radical: dormidos.

JUEVES 30 (caminata/sustos)

Despertamos y aun llovía; volvimos a dormir. A media mañana el clima mejoró y estábamos con ganas de hacer algo. El día que llegamos a Samaipata encontramos una pared pintada donde ponía datos sobre un zoológico/refugio de animales a algunos kilómetros del pueblo; decidimos ir allí.


Fuimos recibidos por el típico letrero que anuncia el coste de la entrada, también esta una pequeña explicación del porque los animales están en jaulas; dentro hay una gran variedad. No estoy de acuerdo con el simple hecho de la privación de la libertad. Se entiende que algunos animales jamás podrán retornar a lo salvaje porque fueron viciados por el hombre. Me molestó el lugar y sus condiciones, quise marcharme pero no podía dejar atrás a mi compañero de viaje. Cuando la llovizna volvió a caer un par de monos araña vinieron a jugar con nosotros. Recordé que un gran amigo hubiera disfrutado más este momento que yo.


Después del zoológico volvimos al pueblo; almorzamos y fuimos a beber soditas misteriosas. Nuevamente no sabíamos que hacer. Don Soda sugirió una interesante idea, ver el pueblo desde los cerros ─partimos inmediatamente─. Mientras caminábamos hacia la cima nos distrajimos con un letrero, “Chorrillo”, y cambiamos el rumbo para ver que podíamos descubrir y comenzamos un smooth path. 


Nuevamente caminamos para llegar a la cima desde la cual podríamos apreciar la extensión del pueblo de Samaipata. Ya atardecía cuando llegamos, lamentablemente la punta del cerro también tiene dueño, pero, no perderíamos nuestro primer atardecer samaipateño ─estando tan alto sería un cara a cara─.  Elegimos una propiedad que parecía tener buen acceso hacia el horizonte, pasamos el alambrado y nos adentramos. Todo iba bien; se pintaba la imagen romántica del atardecer reflexivo lleno de recuerdos y memorias, de repente se comienzan a oír voces, al principio no importó pero cada vez se escuchaban mas cerca, me escabullí un poco y les vi, eran los dueños que buscaban su ganado que estaba a metros de nosotros. Con la amenaza del día anterior y  la referencia de que los dueños eran militares, temimos que nos confundieran con cuatreros y dispararan, salimos huyendo. Escondimos en un bosquecillo esperamos la noche para abandonar ilesos la propiedad. Varios sustos después logramos salir.


Retornando caímos en cuenta de que esta no era la primera vez que pasábamos por una situación así, fueron tantas las veces que nos llevamos sustos. La vez que ascendimos la cordillera del Tunari, en una noche sin luna y con lluvia, o también aquella ocasión en que Elio nos guió por un atajo para llegar al chorro de San Luis y nos metió en zona de tiró militar, y mi favorita, cuando evadimos a los guardaparques para pasear por un río y escalar una muy peligrosa pared hacia pinturas rupestres. Quedan un montón de situaciones en la lista. El camino hacia el pueblo estaba oscuro.


MIÉRCOLES 29 (llovía, llovía)


Despertamos en medio de neblina y un poco de lluvia; por la noche comenzó a llover y se intensificó durante la madrugada.

Salimos al camino luego de desmontar el campamento; allí nos encontramos con un tipo que preguntó  qué hacíamos en el lugar, le contesté que estábamos de visita hacia "El Fuerte", respondió que está prohibido acampar o andar por la zona,  nos advirtió que nos dispararían y/o cobrarían una multa de 4000 bs. ─severas sanciones ─. Luego del disgustoso encuentro desayunamos atún con pan mientras llovía.

Largo tiempo de espera bajo el torrencial aguacero hizo que desistiéramos de la idea de conocer "El Fuerte", el clima no permitiría que los responsables abrieran la puerta de ingreso y tampoco teníamos la intención de perpetrar el lugar. Con el fracaso y "el rabo entre las patas" comenzamos el descenso hacia el pueblo.

Estando bajo la lluvia, quizá, uno piensa que puede tener la experiencia "singing the rain"; tras varios kilómetros y suficientes horas la cuestión se torna extenuante y tediosa. Sucios y exhaustos llegamos a refugiarnos bajo el techo de Don Soda.


Con la carpa mojada y la imparable lluvia nuestras opciones se redujeron a buscar alojamiento para pasar la noche. En la pieza avancé en "los pasos perdidos" y escuché al "gorrión francés" hasta que dormí rendido por el cansancio.

MARTES 28 (charque, cumbia y sodas raras)

En el camino hacia Samaipata fuimos estafados ─exagerando un poco por parte nuestra─, compramos Charque de Alasitas a un alto precio. Es muy cómodo cuando la comida viene hacia ti gritando, oyes el nombre de algún plato y no lo piensas mucho, te lo compras. En algunas ocasiones no te enseñan las porciones, aun así lo quieres.

Luego de nuestro fugaz encuentro con los alimentos Luis y yo intercambiamos algunas palabras acerca de lo que había pasado. Nada trascendental. El chofer venia oyendo cumbia todo el trayecto; en algún momento escuchamos un tema que recordó nuestra infancia ─siete u ocho años─ de la época que, según Luis, la cumbia eras mas elegante. Por aquel tiempo acontecía el mundial del ‘94, salia el Circo Beat, y Tarantino estrenaba película.


En el camino las casas disminuyen, el verde va ganando color y aroma. Recuerdo que nos invadió la alegría, después de tanto tiempo en la ciudad esperamos mucho el momento de llegar al campo.

Pisamos Samaipata como a las 14 horas o algo así. No teníamos idea de hacia dónde ir. Buscamos un poco de información de que hacer; finalmente decidimos visitar “El Fuerte”, el lugar por el cual es famoso el pueblo. Emprendimos la caminata unos nueve kilómetros aproximadamente. En el camino hallamos una pequeña tiendita y nos re-encontramos con las populares sodas de pueblo ─misteriosas, cuestan poco y tiene sabores interesantes─. Ahí conocimos a “Don Soda”, un lugareño que simpatizo con nosotros y la situación en que estábamos; nos dio tips sobre el pueblo y las posibles actividades.


Después de caminar una cuarta parte de la ruta logramos ver la inmensa montaña donde se encuentra "El Fuerte"; simultáneamente escuchamos el sonido de un río, este sería el lugar adecuado para descansar  y cocinar algo. Al llegar nos sorprendió un letrero que ponía "entrada 2 bs."; aparentemente todo el río pertenece a una persona ─propiedad privada─. Nuevamente no la pensamos demasiado y accedimos a pagar la entrada al río/balneario natural llamado "Mamá Pascuala". Cada vez es más difícil caminar por ahí, todo tiene dueño.

Continuamos el ascenso luego de relajarnos y nadar; llegamos a la puerta de ingreso que estaba cerrada ─ horario de atención de 9:00 a 17:00─. Oscureció y pasamos la noche en un bosquecillo de eucaliptos.

LUNES 27 (gasolinazo y amigos)

Llegamos a la Terminal de buses de Santa Cruz de la Sierra a las 5:20. Esta ciudad sería la primera parada en nuestro viaje sin agenda y rumbo definido. Horas antes de partir el gobierno boliviano anuncio el gasolinazo [incremento en el precio de los combustibles].
Tras dar unas vueltas por la Terminal, buscando un letrero que nos señalara el posible destino, salimos a la calle y encontramos el resultado del decreto gubernamental. Paro de transporte. Caminamos.


En la plaza principal tomamos el desayuno, café con leche y dos sándwiches de huevo. Luego, nos instalamos cerca de un puesto de periódicos; allí confirmamos el colapso en el transporte de todo el Departamento. No sabíamos que hacer. Hablé con Luis ─camarada y compañero de viaje─ para aprovechar este quiebre en nuestra agenda. Decidimos visitar a una muy querida amiga.

En casa de Adriana fuimos recibidos con abrazos y besos. Aprovechamos el tiempo para ponernos al día. Tanto cariño y atención nos convenció para quedarnos a almorzar y descansar por la tarde. Adriana cocinó algo rico; no recuerdo qué pero le acompañaban unas arvejas chinas. Dicen que son sabrosas cocinándolas con mantequilla y salpimentando a gusto. “Panza llena corazón contento”.

Rato después del almuerzo llegaron a visitarnos Gary y Dennis ─los gemelos fantásticos─, y pasamos la tarde viendo “Fred The Movie” por recomendación de Adriana. Graciosa película, humor simple, nada que pensar. A Luis no le agradó, insistía que estaba mejor ver “Machete”. Mientras discutíamos, el pequeño, Samuel se encargaba del registro fotográfico.


  En la noche y después de pensarlo un poco, escogimos Samaipata como nuestro destino.
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