LUNES 15 (caipirinha y estrellas)

"Viajar, viajar, conocer todos los países era lo que más le gustaría."

Durante gran parte de la mañana y la tarde llovió, este tiempo lo dedique a leer.
En la tarde por un corto periodo “pelo el sol” como dicen por allá. Di una vuelta por el pueblo tomando algunas fotografías. Atardecía.
tardecharquito

Volviendo a casa una familia me vio con la cámara; algunos de ellos me pedían que les tomará fotografías otros se rehusaban. Luego preguntaron si era para algún periódico o algo por el estilo, les contesté que eran para mis recuerdos.
Me invitaron a pasar a su casa para compartir un poco con ellos. Inmediatamente me extendieron un vaso de caipirinha, ellos ya llevaban unas cuantas rondas. La conversación que tuvimos giro en torno a la receta de la caipirnha, cuáles eran los mejores ingredientes, que limón usar, cual era la mejor cachaça. Cuatro copas se me subieron muy pronto, tuve que despedirme pues me esperaban en casa. La receta al final me la olvidé.

Cuando ya todos dormian, vi que el cielo estaba despejado y las estrellas se veían increíbles. Llamé a Elio; sacamos el trípode y teleobjetivo. Experimenté fotografiando estrellas, mis primeras estrellas. Elio se emocionaba al ver a través de la cámara, hablábamos de conseguir un telescopio y creo que ambos alucinábamos con lo que podríamos ver.
Las estrellas son de las cosas que más sorprenden y me dejan maravillado.

DOMINGO 14 (perdidos)


Luego del desayuno nos pusimos en marcha al chorro de San Luis.

Pronto abandonamos el pueblo para internarnos en el monte. Se debe de subir una montaña para llegar al chorro.
 Al caminar se siente el verde. De cuando en cuando un olor dulce entra por las narices. Yo me empeñaba en buscar el origen de estos olores; algunas eran flores de unos aromas dulces exóticos con un toque de jazmín.

Las nubes cubrían el sol -evitando el infierno verde que puede llegar a ser el camino- y vientos refrescaban el ambiente.

Mariposas coquetas salían al camino volando por todos lados, pero cuando saqué la cámara se fueron todas, la guardaba y volvían a salir, me rendí.


Caminamos por muchas horas. Estaba seguro que estábamos cerca pero llegamos a un chaco donde no había nadie solo un par de asnos.
Avazamos un poco más y encontramos dos rutas -uno hacia arriba y el otro hacia abajo-; analizamos nuestra situación "¿en alguna parte del camino nos equivocamos de ruta?". Tratamos de ubicarnos geográficamente, había que bajar la montaña para llegar a la caída de agua entonces solo había una posibilidad; seguir el camino que bajaba -ese seguramente nos llevaría-. Pensamos un rato, estar perdidos era una oportunidad de aventura.

Después de caminar buen trecho llegamos a una especie de riachuelo por el cual seguimos hacia un camino de piedra totalmente natural como escaleras.
yume

Pasamos por un bosque, por una pampa, por guapasales (bambusales) el camino se ponía cada vez más y más difícil y un poco tenebroso, “por aquí no camina gente” me decía Elio, pero, yo insistía en continuar.

El sonido del viento se confundía con el agua. Seguimos adelante, en un momento el sonido del agua se hizo muy evidente; seguros de que el río no estaba lejos abandonamos el camino.

Llegamos hasta una pared de unos 300 metros de altura y la descendimos. Caminamos y otra pared más difícil de bajar. Luego dimos con otra pared que era mucho más alta que las anteriores; mientras bajábamos nos aferramos a lo que podíamos para no caer. En un momento sentí que la enorme piedra de la cual me sostuve se venía tras de mí y yo me dirigía hacía Elio. Con mi brazo izquierdo traté de detener la piedra pero esta me empujaba y aceleraba , llegue hasta Elio que extendio sus manos para frenarme; no podía contener más la piedra y la desvie hacia un lado con todas mis fuerzas. Nos salvamos, mire a mi mano que sangraba creí que me la había fracturado luego de limpiarla observe que únicamente tenía un nudillo muy herido lo vendé, serenamos y continuamos bajando.

Elio se adelantó para ver qué camino seguir. Me llamó, baje hasta donde estaba él y me señalo hacía abajo. Eran kilómetros hacía abajo a donde está el rio; estábamos tan arriba y no había forma de seguir bajando.

Que hacer más que continuar caminando pero esta vez hacía el oeste en dirección del pueblo era lo más sensato, caminamos como una hora y aun no había manera de bajar al río, decidimos que la única manera de volver al pueblo era volviendo a subir las paredes y tratar de hallar el camino. La subida fue fatal; terminamos perdidos en un bambusal, esta vez apelamos a nuestra experiencia en este tipo de situaciones; por medio del sol -que apenas se veía entre las ramas- obtuvimos dirección, nos planteamos rutas y nos pusimos a caminar.

El calor aletargaba nuestros pasos, sin agua y aun perdidos hacia que la situación se tornara estresante. De repente Elio halló el camino, aceleramos el paso para salir del bambusal y llegamos al riachuelo a beber agua y descansamos un poco.

"¿Qué haríamos ahora? ¿volver al pueblo o buscar el camino hacía el chorro?".

Bajamos sin éxito buscando la ruta. Caminamos y caminamos por muchas sendas, pero nada, tal vez ya nadie iba y el camino se lo comió el monte. Elio se empecinó en que encontraríamos el camino -por el momento lo mejor sería volver al pueblo a comer y beber agua-.

Cerca al cuartel militar -que es el final del pueblo- se me ocurrió preguntar a los soldados por el camino, me decían que no lo conocían luego pregunté por una tienda o algún lugar donde comer no había ningún lugar cerca. Pasaron unos niños y les pregunté también, me indicaron que el camino ahora pasaba por el cuartel militar.

En la guardia nos confirmaron que era cierto, un soldado nos escoltaría parte del camino. Con hambre, sed y cansados nos lanzamos nuevamente a la aventura. El soldado nos acompaño un cuarto del camino y se despidió.

La gran bajada indicaba que ya habíamos llegado faltaba muy poco.

Más de siete horas de caminos y al fin estaba en frente de esta bellísima agua y piedra. El agua estaba fría; nadé hasta la cascada donde bebí toda el agua que pude, nadé un poco más pero el cansancio hizo que me rindiera y descanse en la orilla.

Me arrastraba hasta mi mochila para sacar la cámara y se puso a llover -¿como podía estar pasando esto?- . Tomamos las cosas como pudimos y nos refugiamos en una cueva. Prendimos un fuego para secarnos y secar la ropa, mientras esperábamos que la lluvia cesara.
matizEn la cueva encontramos una mantis en forma de hoja que se movía en dirección del viento y miles de avispas que amenazaban con picarnos por el humo, y los mosquitos -esos malditos-.



Al fin la lluvia cesó y puede fotografiar el chorro de agua.
chorro de san luis

SABADO 13 (llegada)


Desperté a Baltasar que dormía en el pasillo del bus cerca de las 6 de la mañana, emocionado le señalaba la gigantesca torre de Chochís, “ya estamos cerca” le decía. El olor a verde penetraba las ventanas y mis pulmones, no aguanté el sacar la cabeza para sentir el viento, algunas gotas mojaron mi cara. Tomé algunas fotografías pero aun estaba oscuro. La intensidad de la lluvia aumentaba.

en camino

En la carretera pude observar un letrero con el nombre del pueblo, esto hizo que abandonara el cansancio que me tenia sumido al asiento. El bus ya estaba a mitad del pueblo y saqué la cabeza miraba de un lado a otro esforzándome por reconocer las casas del pueblo.
La noche anterior invité a Baltasar a conocer alguna de las caídas de agua, dijo que lo pensaría, pero al bajar continuaba lloviendo entonces decidió continuar su camino al Brasil, me sorprendió con un abrazo y se despidió, un momento triste.

La argamasa de arena y agua dificultaba mi paso y encima andaba perdido por las callecitas, luego de caminar un tanto y pedir dirección llegué a casa de Elio. Me acerqué a la reja y miré hacia adentro, estaba tal cual la recordaba!! salvo un par de arboles que habían sido cortados. Elio y su familia me recibieron con mucho cariño y me invitaron el desayuno.
Salí a caminar con Elio rumbo al río pero el cielo tenía otros planes.

Después de un descanso muy necesario y con el cielo calmo salí a dar un paseo aprovechando que Elio dormía.
three little birds

pared

Caminé por muchas callecitas todas tapizadas de arena de muchos colores (rojo, marrón, negro, blanco hasta color arena), llegué a un puente que estaba construcción –en ese momento pensé que mi paseo acababa- ; estuve un rato parado mirando al otro lado y vi llegar un tractor, levantó su pala mecánica y me ofreció bajarme al otro lado del puente. Salté a la pala. Del otro lado me senté en una piedras y leí un poco, “Llega la noche y confisca la luz”, llegaba la hora de volver a casa.

VIERNES 12 (encuentros)

Cerca de las 6:00 llegué a la terminal bimodal de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Con prisa bajé de la flota a buscar mi equipaje. Hice otra carrera a la boletería -a la fila- a comprar un boleto para el tren. Desilusión!!!, un letrero anunciaba que todos los trenes están llenos los días viernes y sábado -nudo en la garganta- a pocos centímetros otro letrero que indicaba lo mismo para el lunes.
Llovía. Pensé en que hacer, no tenía muchas opciones: “¿volver a Cochabamba?”. Caminé a cotizar el precio del pasaje; los buses estaban llenos o se llenaban mientras preguntaba. Me aseguré un boleto, partiría a las 18:00.

El tiempo de espera era largo llamé a Adriana -una muy querida amiga- deseaba verla hace mucho tiempo. Algunos contratiempos después me encontré con ella y fuimos a su casa. Al bajar del auto y verlos, a Gabriel y Samuel –hijos de Adriana-, me sorprendí, están tan crecidos. Aún llovía. Hablamos tratando de ponernos al día, desayunamos café y cuñape –uno de mis vicios- continuamos la charla cocinando. Llegó Juan Carlos –esposo de Adriana- y comenzamos el almuerzo. El guiso estuvo delicioso. La tarde descanse un poco y jugué con Samuel a ratos. Llegó la hora de partir nuevamente, Adriana me preguntó si me hacía algo, le conteste que no, se dirigió a la cocina saco unas galletas, unas semillas de girasol, insistía en que me llevara un litro de leche, le dije que era demasiado, entonces me empaco un poco en una bolsa, mientras acomodaba las nuevas cosas me pregunto: “llevas toalla” –le sonreí-, me presto una y la empaque y nos pusimos en marcha hacia la terminal. Sobre la hora me despedí de Adriana, Gabriel y Samuel.

Embalados mi mochila y la carpa pregunté la puerta y el andén de donde partiría el bus.

Ya al embalar noté a este personaje cuando reclamaba el alto precio del boleto (justo y necesario). Me lo encontré en el andén, le hablé y le pregunté unas cosas. No soy bueno con los protocolos –creo- después de hablar un rato me presenté:
- mi nombre es José. ¿el suyo?
- Baltasar.
Continué hablando y preguntándole –soy un curioso- nos interrumpió la llegada del bus. Fui a mi asiento el numero 39 esperaba a Baltasar el tenía el numero 40, ya había preguntado que numero de asiento tenía. Ambos molestos por el retraso de la partida del bus aprovechamos de escribir en nuestros cuadernos mientras la luz nos lo permitiera. “Es cosa de la vida que coincidiéramos abajo y coincidiéramos en los asientos” me dijo Baltasar. En el transcurso de la noche sostuvimos una charla interesante de temas diversos que era pausada por silencios, una cena orgánica (cortesía de Baltasar), una película graciosa, silencios y el sueño.

Baltasar, 48 años, piel bronceada de pelos largos y blancos como su barba. Vive en una comunidad ecológica y también viajando por el mundo. Por lo que me contó, tiene una vida bastante interesante nada aburrida. Vive bien haciendo lo que le gusta. Le agradezco los flamencos y las otras canciones que cantó, me gustaron y despertaron mi curiosidad…

JUEVES 11

Pasé la tarde empacando lo que me faltaba. Cuando salgo de viaje trato de no olvidar nada, pero siempre se deja algo -las sandalias, alguna herramienta y cosas así-.

Cerrado el garaje y después de despedirme de mi madre, mis amados gatos y me querida perrita, me dirigí en el auto acompañado de mi viejito a la terminal de buses.

Partí con algo de tristeza -esperaba viajar con los amigos- pero allá me esperaba Elio, eso me animó mucho.

La flota partió tarde como de costumbre.

MIERCOLES 10 (equipaje)

Cuento las horas para comenzar este viaje, estuve sentado y en el mismo lugar por mucho tiempo, casi demasiado, ahora estoy muy ansioso por partir.

Entre mi equipaje resaltan algunas cosas: unas viejas mochilas con las que viajo siempre -en algún momento pensé en ponerles nombre, considero que me acompañaron por largo tiempo y a través de varias situaciones.- Tambien llevo un pequeño cuaderno, un “cuaderno viajero”, buscando en el internet una versión digital de “Kafka y la muñeca viajera” un libro Jordi Sierra i Fabra encontré por casualidad un artículo sobre él y su cuaderno viajero; al terminar de leer quede encantado con llevar un cuaderno viajero donde anotar los cuentos, unos escritos, algunas ideas, mi viaje. El libro no lo encontré nunca. Algo para leer; llevo una impresión de la poesía de Alejandra Pizarnik y un anillado de varios poemas que me gustan. Para este viaje tengo una nueva compañera, se llama Mayara pasan unos días desde que llego, estoy muy, muy contento con su llegada.

Mayara es una cámara fotográfica y llego a mis manos gracias a mi Viejito y su amigo. Con ella tomaré fotografías como loco.

Resumiendo llevo poderosas herramientas para vivir este viaje y no olvidarlo: El cuaderno viajero, a Mayara y yo.

-¿Que es lo que me espera allá? Lo único, que sea interesante.
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