El tren chocando contra las rieles, monótonos sonidos -entre silencio y golpe-.
Parte mío se queda en Roboré. Al partir de casa de la familia Romero -me despedí- todos expresaron sus deseos de buen viaje y también me encomendaron a Dios. El camino hasta la estación de trenes se llenó de nostalgia.
Elio subió conmigo al vagón y me acompaño hasta los últimos minutos, nos despedimos y quedamos de reunirnos en Cochabamba.
Horas y horas con sombras amorfas a contraluz y la luna abrazando a los altos.
Ya volviendo, ya regresando.
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